TODO ES POSIBLE SI UNO VERDADERAMENTE LUCHA POR SUS SUEÑOS

Mi nombre es Ionut Preda, nací un 4 de junio del año 1980 en Timisoara (Rumanía), una de las ciudades más bonitas del Este de Europa.

Desde niño siempre he tenido una pasión intensa por el deporte, llegando a practicar más de 20 disciplinas, destacando en algunas de ellas, tales como: natación, halterofilia, atletismo y judo; obteniendo más de 100 medallas de carácter nacional e internacional, siempre motivado y apoyado por mis padres.

Mi camino no fue fácil, debido que a los 8 años sufrí un accidente con una grúa mecánica que me ocasionó la amputación de la mitad de mi pie derecho.

Pasaron los años y proseguí con mis estudios, pero especialmente practicando deporte, demostrando que nada es imposible cuando uno se lo propone, tenga la discapacidad que tenga, la fuerza interior impera sobre la fuerza física. Todos soñamos desde muy pequeños con ser médicos y salvar muchas vidas (como el médico que me salvó a mí), ser tenista como Rafael Nadal o incluso pilotos de Fórmula 1 como Fernando Alonso, pero casi siempre abandonamos por el camino… Sea por el motivo que sea.

¿Qué pasaría si siendo niños y por casualidades de la vida, tuviéramos un accidente (como el mío)? Todo lo soñado se esfuma en un instante porque sí… y lo más duro es que no hay vuelta atrás. Yo soy uno de aquellos niños que tenía algunos sueños, pero sepan que todavía lucho por ellos.

Viajar, conocer otras culturas, recorrer diferentes parajes, fue mi otra pasión, que surgió gracias a mi abuelo, del cual me encantaba escuchar sus aventuras, las travesías por muchos lugares, convirtiéndose así en mi mayor héroe. Al crecer me di cuenta de que no eran más que cuentos y libros de aventuras los que narraba, dado que mi abuelo tenía los pies amputados.

Movido por la curiosidad de ver otras culturas, cuando cumplí 18 años me propuse dar la vuelta al mundo en bicicleta (tardando 2 años en preparar todo el itinerario para el viaje).Partí de Timisoara con ese sueño de conocer culturas diferentes y llevar un mensaje a todos y a mí mismo: “Que no hay impedimentos ni fronteras cuando uno quiere“”.

Tras cumplir los 20 años, salí con mi bicicleta y viajé por diferentes países europeos hasta llegar a España, donde en Barcelona me robaron la bicicleta. Como no podía continuar, me vi obligado a renunciar o a buscar trabajo y de esa manera conseguir financiación para poder proseguir. Elegí lo segundo: encontré un trabajo en un restaurante, como lavaplatos y, posteriormente, como camarero, hasta llegar a ser un empresario.

Con los meses fui olvidando mi sueño, dejándome llevar por la rutina, con el pago del alquiler, gastos y con una relación sentimental, ya no quedaba tiempo para la bicicleta.

Con el tiempo, comencé a sentir un dolor constante en mi pierna derecha y aconsejado por médicos especialistas, el 12 de febrero del 2007 me sometí a una intervención quirúrgica en la que me amputaron la pierna derecha. Así perdería el dolor y ganaría en calidad de vida, pudiendo continuar con mi gran pasión, el deporte, y proseguir con mi trabajo.

A principios del año 2009, recibí una llamada telefónica desde Rumanía, alertándome del estado de mi padre, con un cáncer terminal. Así que viajé a Rumanía para poder despedirme de mi padre y pedirle su perdón por si alguna vez le había fallado incumpliendo alguna responsabilidad como hijo; la respuesta de mi padre fue que yo había sido todo un ejemplo de superación continua y que en el futuro no renunciara nunca a la felicidad y a luchar por mis sueños.

Antes de volver a España, nos pidió a mí y a mi hermano menor que no lo acompañásemos en su lecho de muerte, dado que deseaba que quedara para siempre en nuestra memoria su imagen de hombre fuerte, motivador e inspirador y no la de un hombre enfermo y moribundo. De esa forma, regresé a Barcelona, siguiendo con mi trabajo.

El 22 de agosto de 2009 mi padre perdió la batalla contra el cáncer, haciéndome reflexionar acerca de que todos estamos de paso en esta vida. En aquel mismo instante fue cuando decidí hacer cambios drásticos en mi vida: cerré mi empresa, entregué mi piso, mi coche, moto… Cambié todo por una tienda de campaña y una bicicleta. De esta forma, volvía a sentirme yo mismo, a mi parte primitiva, a deshacerme de todo aquello material que representaba para mí muchas ataduras… había vuelto a nacer; prometiéndome volver a viajar y descubrir distintos lugares del mundo sin ningún itinerario estricto, volviendo a disfrutar plenamente de cada aliento de vida, de cada sonrisa, de cada lugar, de cada momento…

Durante este viaje, llegué a tener una relación con Dios, y cada vez crece más dentro de mí la intención de motivar a todas aquellas personas que hayan perdido la fe en sí mismos, invitándoles a que nunca se rindan, transmitiéndoles así que muchos sueños se podrían volver realidad si tan solo se creyera en ellos. Y también porque deseo llevar un mensaje de esperanza a cualquier persona con o sin discapacidad, para que sepan que no hay que perder nunca la esperanza y que TODO ES POSIBLE SI UNO VERDADERAMENTE LUCHA POR SUS SUEÑOS.

Tras mi paso por Ourense, en uno de mis viajes, Dios me brindó la oportunidad de conocer a una gran mujer; a raíz de esta relación nació mi mayor tesoro, mi hijo Emmanuel. El día que él nació sentí un fuego por dentro que se traduciría en el amor más grande que un hombre puede tener, el amor de padre. Al recibirlo en mis brazos me di cuenta de que no importaba lo fuerte que fuera, no sabes lo que pesa, no importaba lo valiente que soy, no sabía cómo cogerlo, me embargaba una alegría sin precedentes. Disfrutando cada instante que podía estar a su lado de cada detalle de su belleza, su cabeza, sus venas, su pelo rizado, sus brazos, sus pies, sus manitas; fue entonces cuando decidí crear una marca con la unión de mi palma con la de mi hijo, la patenté y a día de hoy es el logotipo de una de mis marcas registrada MASQUEUNCAMINO.

Tras convertirme en padre, decidí asentarme en Galicia, uno de las comunidades más importantes en la vida del Cristianismo (la Peregrinación al Sepulcro del Apóstol Santiago, situado en la Catedral de Santiago de Compostela desde el siglo IX). Como emprendedor que soy, creé una pequeña empresa llamada “La huella del Peregrino”, dedicada a la fabricación de souvenirs y estampación de ropa, con diseños propios, dándoles así la variedad a mis clientes y diferenciando la mercancía año tras año, permitiéndome así tener un equilibrio entre lo que es mi compromiso laboral y mi vida personal.

Elegí la ubicación de mi empresa, en un pequeño local en Palas de Rei situado en el corazón de Galicia, que es fin de una de las etapas del Camino Francés (el más transitado de todos los caminos), lo cual me permite entrenar por la mañana mientras los peregrinos se desplazan entre una etapa y otra, abriendo mis puertas por la tarde y así mantener ese equilibrio que he mencionado antes, porque mis sueños se entrenan y se trabajan.

A lo largo de los últimos años mi empresa fue creciendo, hasta tener 5 ubicaciones diferentes a lo largo del camino (Palas de Rei, Lugo, Melide, Arzúa y Santiago de Compostela), pero a raíz de la pandemia, me vi en la obligación de quedarme con una sola tienda, manteniendo mi principal punto de trabajo en Palas de Rei, pueblo en el que resido en la actualidad.

Tras la buena respuesta y participación de la gente que ha venido durante esta temporada, sigo siendo positivo, cogiendo un local esta vez ubicado en Sarria, punto de salida y paso de Peregrinos. Por primera vez digitalizando mi empresa, a través de esta página web, dándoles así el servicio de vestimenta, material para su Camino, transporte de mochilas y alquiler de bicicletas, mejorando así su aventura hacia Santiago; también invitándoles a participar en alguno de los proyectos solidarios que organiza mi Asociación.

Por el entreno y el trabajo constante y a pesar de la situación de la pandemia, he podido seguir financiando mi mayor pasión, luchando así por mis sueños compitiendo una vez más a nivel Internacional, obteniendo medallas en cada una de ellas, como deportista Paralímpico; dándole siempre gracias a Dios cada mañana por esta oportunidad que me brinda de poder levantar (aunque sea con el pie izquierdo) y seguir siendo un luchador, emprendedor y soñador que soy.

Me despido de ti, y nunca olvides:

TODO ES POSIBLE SI UNO VERDADERAMENTE LUCHA POR SUS SUEÑOS

Con amor, Ionut Preda “El Paralímpico Viajero”